Somewhat paler propone una exploración de los afectos relacionados con la pena a través del trabajo con la acción física en vivo.
Como un via crucis en el que las estaciones de penitencia hubieran comenzado a desdibujarse. Y ya no es posible pararse en ninguno de los lugares del camino. Ni llegar, ni alcanzar: la única posibilidad es ir, dirigirse, atravesar y abandonar cada uno de los cuerpos disponibles. El sonido que produce el camino es una voz atragantada pero libre. Las palabras siempre vienen de otro lado, de otras bocas que se convierten en propias y sirven ahora para decir la grieta. Partida en dos. Partida en mil. La Pena son los abismos que se abren entre cada uno de los trozos. La misión es dejarse caer, probar cada vez el sabor del vacío sin posibilidad de agarrarse a nada, ni de encontrar sostén alguno en ninguno de los restos. El aire sin suelo es el nuevo hogar. Caída libre, elogio de la libertad, camino de la pena. Porque al final espera el huevo, la perfección infinita de un alumbramiento siempre y cada vez desconocido, la promesa del vuelo del pájaro solitario que “pone el pico al aire” (San Juan de la Cruz).